Muerdo el veneno
que se me escapa entre los dientes.
Será que te quiero para siempre,
que mi corazón no entiende
de naranjas a medias,
que me tiemblan las caderas
si tardo más de un minuto en verte.
Y se me vuelven verdes
los ojos y las ojeras
si me araña la idea
de no poder retenerte.
Vuelvo y muerdo el veneno
que se me escapa entre los dientes.
Será que echo de menos
rozarte, y entre tus brazos perderme.
Pensarte a cada instante
e instantáneamente encontrarte
en mi pensamiento inherte.