jueves, 11 de noviembre de 2010

Demasiado tarde

Decidió apoyarse contra los arañazos del papel que cubrían el cuarto. Más bien dejó que el peso de su cuerpo contactase con las telarañas y los recuerdos que había vivido años antes.
Abatido y desorientado, sentía que ese cuarto se apoderaba de él y le arrastraba por el parqué mugriento que sostenía los muebles. Muebles vacíos. Corazón lleno de miedo.
Debía tomar una decisión antes de media noche, o la perdería para siempre. Tenía la necesidad de salir corriendo, y en silencio cogerla de la mano. Acariciar su pelo rizado y que las cosquillas se transformasen en un ejército de hormigas en dirección a la boca.
Pero permaneció inmovil, y su cuerpo empezaba a disfrazarse de piel empapelada.
Nunca antes había deseado tanto aferrarse a ella, y nunca antes había sentido tanto miedo. El hecho de que el tiempo fuese guardián de sus decisiones le hacían cada vez más vulnerable a su propia indecisión.
Deseaba con todas sus fuerzas demostrar el amor que por ella sentía, y comenzó a escribir alocadamente todos sus sentimientos. Cientos de folios volaron por el cuarto, haciendo que el color oscuro de las paredes se tiñeran de blanco esperanza. Blanco inocencia. Blanco ignorancia. La esperanza se apoderaba de su interior mientras que el segundero seguía su camino, sin percatarse que al mismo ritmo se difuminaba el suyo.
Con los folios amontonados desbordándose entre sus manos, intentó con el codo girar el picaporte para salir corriendo. Pero no hubo resultado. Esta vez la angustia fue quien se apoderó de él, y el nerviosismo y el llanto le sucumbían con más fuerza. Golpeó con ira la puerta y rompió en mil pedazos todos sus versos. Lanzó un grito y cayó derrotado.
Era demasiado tarde.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Corazón de caramelo

Será que mi corazón es de burbuja.
Y al soplarle se crean formas,
y se cierra por completo,
y se eleva, y toca el cielo...
Pero si soplas fuertemente, desaparece.
Y su brillo queda tan sólo en el recuerdo.
Al intentar cogerlo también se esconde,
y moja tus cálidas manos de un llanto extraño,
mezcla de Fairy y agua,
de lágrimas pasadas y versos.
Sí, mi corazón a veces siente miedo.
O sentía.
Hiciste que no se evaporase,
y que nuestra cama fuese mi viento,
para volar y nunca caer,
para sentir verdaderos sentimientos.
Mi corazón ahora se aferra a tus besos,
a tus cuentos de princesas,
a tus caricias y buenos gestos.
Sí, mi corazón ya no es de burbuja,
tú lo hiciste de caramelo.