Dame tu mano, y yo te prestaré mis inexperimentados ojos,
para que tu corazón siga volando sin miedos.
Te acercaré al olor de las hortalizas,
para que el campo perfume tus inquietudes,
y que tus sueños vuelvan a ser parte de tu camino.
Será mi corazón el que guíe al tuyo si se pierde,
si la debilidad de los años te pesan cada vez más.
Rezaré y suplicaré a los dioses en los que a veces creo
para que te salven de ese espacio oscuro en el que te encuentras
y vuelvas a nuestro lado para siempre.
Seré la música que necesitas para tus oídos,
te cantaré las canciones inéditas que antaño me enseñaste
y te leeré, como dice la canción, aquellos cuentos para dormirte.
Aquellos cuentos, abuelo, donde siempre fuimos y seremos
los protagonistas.
