jueves, 22 de septiembre de 2011

Muda-danza

Suele ser esa necesidad de arrancarte la piel a tiras, para volver a crear otra piel. A veces esa misma piel está cuarteada y necesita renovarse. Pero siempre se renueva de manera inesperada. 
Esta vez no sólo me arranqué la piel, sino que por un tiempo permanecí en carne viva: a pesar de que sangraban las heridas me sentía más viva que nunca. ¿Cómo olvidar que son las sonrisas las que mueven el mundo?
Hace tiempo me confesaron que si deseas algo con todas tus fuerzas se cumpliría. Así que cerré los ojos y apreté los puños enérgicamente, deseando todo lo que siempre quise.Y aunque nunca se puede tener todo, esta vez la suerte se fijó en mí. Me hizo girar cuán peonza, me hizo danzar. Sin noción del tiempo ni el espacio, permanecí muda durante unos instantes ( a veces el silencio también me invade), y entre murmullos y danzas, entre silencios, vino la mudanza. Lentamente se abrieron las cajas y escondieron todos los recuerdos, para así cuidarlos para siempre. Sí, comenzaba otro capítulo en esta historia interminable.
El viaje duró tan sólo unas velas en salón oscuro, una colchoneta hinchable y mucha magia. Si me hubiera mirado a mí misma, estoy segura que mis ojos eran capaces de alumbrar todo el universo. 
A día de hoy, confesaré que me muestro desnuda ante el mundo, aunque el mundo y el destino puedan de manera injusta revelarse contra mí. Confesaré que decidí practicar nudismo ante esta danza para así alcanzar la felicidad, aunque a veces se disfrace de meras ilusiones. Que en este baile de máscaras sólo se oyen risas y divagaciones, olvidando que detrás existe la realidad.  
Confesaré,pues, que simplemente empiezo a ser feliz. Sin más. Feliz. 



Y eso de por sí me entristece...