martes, 22 de junio de 2010

La última

Estaban acostumbrados a despedirse. Lo habían hecho tantas veces. Pero esta vez era la última. O una penúltima disfrazada de última. Lloraron en el andén del metro, amarrándose con fuerza y haciendo que el minuto que quedaba para la aproximación del tren fuera eterno. Pero sí, el tren llegó, y sus ojos desaparecieron en el túnel.
Ella había corrido tras él maleta en mano, sin dinero, sin voz con la que comunicarse... buscando un mundo común, mundo que ahora dejaba de tener sentido, que se dispersaba... que se despedía.
Ahora lo entendía. Comprendía que sus caminos iban por separado, que hasta el tiempo sería distinto, que sólo podrían llegar a imaginarse, a seguir sosteniendo sus imperturbables recuerdos entre sus manos.
Sí, todo había cambiado. Pero nada podría llegar a olvidarles.
Y ahí residía la belleza del desgaste. Diferente y extraña belleza.

3 comentarios:

  1. No puedo sentirme más identificada. Mi camino es tan distinto del de alguien con quien quisiera caminar siempre... hay que dejar al corazón sentir, estás en lo cierto, pero eso no quiere decir que todo vaya a salir bien.
    Besos

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  2. Sin palabras...algunas historias no tienen un final escrito, sino que se reeditan interminablemente. Y aunque duelan, cómo llenan. Un beso. Increíbles tus relatos.

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  3. El problema es que Hollywood nos ha contado demasiadas mentiras. Cuando vas a un andén o a un aeropuerto a despedirte de la persona que te hace soñar, dicha persona nunca se queda y al final te quedas, como decía Marwan, "con carita de tonto y alérgico a todo..."

    Siempre nos quedarán los recuerdos, ¿crees que podemos llegar a vivir de ellos?. Al menos nos ayudan a no olvidar lo que fuimos o queremos llegar a ser. La vida se compone de capítulos, es inevitable que algunos nos hagan emocionarnos o llorar. Aunque son tristes las despedidas siempre encierran una parte bella.

    :-) Otro abrazo de verdad.

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