Porque París siempre fuiste tú.
Tu aleteo me hacía volar,
hasta las máximas profundidades
que escondía el asfalto.
Tu taconeo vital
llenaba de energía mi existencia,
y tu sonrisa, siempre dispuesta,
aumentaba mis ganas de soñar.
Fuiste hombro en el que llorar,
socorriendo cada lágrima inútil,
fuiste brazos con los que abrazar
ese cielo gris que nos gobernaba,
y que pintabas de azul turquesa
desde nuestra propia ventana.
Sí, fuimos peces.
Y corales.
Y mares cristalinos.
Fuimos, juntas, todo lo inabarcable,
y todo lo inexistente.
Porque fuimos y seguimos siendo,
seres diminutos, transparentes,
seres que se quieren...
Existen luces que alumbran más que una ciudad...
Bonne Anniversaire ma petite...
Qué suerte encontrar personas que son como faros y brillan con luz propia :-)
ResponderEliminarcuando en momentos así surgen personas así...
ResponderEliminarSólo se puede agradecer