martes, 30 de marzo de 2010

Nuestra pecera

Somos dos peces que intentan nadar,
sin ruta, sin reglas establecidas,
por un mar en calma.
Encerrados corazones que escapan,
ironía, por un desierto salvaje,
sin brújula, sin mapas,
sólo ellos.
Sólos. Eso basta.
Y entre cervezas, nuestras almas,
se disputan nuestra parcela de agua,
y en el Sena, nuestras risas, se empeñan
en ser cometas que empañan
espejos rotos, vidas pasadas.
Sí, somos peces que intentan nadar,
en una pecera de cristal.
Pero es nuestra, pequeña.
¿ Para qué conquistar océanos y mareas
pudiendo hacer de una pecera,
nuestra ciudad particular?

Mis buenas noches


Y este siempre será mis buenas noches de cada día

viernes, 26 de marzo de 2010

Tu espiral

No existen palabras más tiernas
que de voces sinceras.
Suaves, únicas.
Voces que llegan
a traspasar fronteras,
que sin gritar, susurran,
las canciones más bellas.
Me siento atrapada en tu espiral,
como el león que acecha
lentamente, a su presa,
y no puede escapar
de los restos del incendio,
de volar en tus sueños,
de tu verde mar.
Y quisiera poderte hablar,
poder contemplar tu arte,
y compartir, durante horas,
sueños de guerreros, de amantes,
que luchan por ese final
de los cuentos de antes.


martes, 23 de marzo de 2010

Palabras

Sol: A ver, cuéntame.
Mar: Todo es muy raro.Suelo decir lo que pienso a través de poemas...
Sol: Ya me lo veía venir. Te ha vuelto a pasar, ¿verdad?
Mar: Sí... pero bueno es igual, son tonterías, no me hagas caso. Si, además, tendrás que irte dentro de poco.
Sol: No hasta que no me cuentes qué te ha pasado.
Mar: Mejor lee.
Mar le entrega a Sol un poemario.Sol lee, le coge la mano.
Sol: Siéntelo sin hablar del tema. La magia está precisamente en el tabú del tema. Cuanto más hablas de un sentimiento más pierde la magia.
Mar: Lo sé. Y lo siento así. Sin embargo no puedo evitar adornar los sentimientos. Hacerlos grandes cuando en el fondo son meras ilusiones, vagas emociones... Pero me doy cuenta de que no es lo que yo escribo lo que crea confusión, sino la interpretación de lo que escribo por quien lo lee. Y me duele. Me duele llegar a esta situación de incomprensión por actitudes erróneas. Que pesen más las rimas alocadas que las miradas sinceras. Y lo peor es que no sé qué piensa. Y por eso yo tampoco sé qué pensar.
Sol: Él es como tú: vive cada mínimo detalle al máximo. Pero tiene tanto miedo a la pérdida de algo nuevo que siente que prefiere seguir soñando. Es más, tiene tanto miedo al dolor que se refugia en los pensamientos, y no se atreve a dar rienda suelta. Disfruta dentro de su miedo. Y tú disfrutas soñando.
Sol lee otro poema. Niega con la cabeza.
Sol: Hablas de un sentimiento puro, de belleza. Y sabes perfectamente que tampoco sientes eso.
Mar: No, claro que no.
Sol: Pero es lo que has transmitido. Al escribir exageras los sentimientos para que quede más bonito, ¿y qué consigues con eso?
Mar se resigna.
Sol:Ya puedes escribir algo para arreglarlo. Si te envuelves con las sábanas que habéis compartido, y te pasas toda la noche en vela, con ellas como vestimenta, así sólo conseguirás una cosa: asustar. En cambio, si las lavas y las dejas secar, cuando las vuelvas a utilizar radiarán por sí solas. Él no quiere hacerte daño, sólo que no sabe cómo actuar, y está esperando a que seas tú quien abra los ojos, para luego así poder mirarte, como antes, de una manera natural.
Mar: Tienes toda la razón. Esta vez escribiré sincera, sin adornos, sin sentimientos exagerados. Sin querer dañar, ni dañarme. Y así, tal vez, todo vuelva a ser como antes, y se rompa este absurdo silencio.
Mar arranca las hojas escritas del poemario y las tira a la basura. Comienza a escribir en la primera hoja en blanco.


"Palabras.
Tan sólo son palabras adornadas.
Palabras que hablan
sin cesar,
sin dejar
paso a las verdaderas palabras.
Sentimientos
expuestos a emociones idealizadas.
Apuntar con una pistola al alma,
y querer sacar del vacío, la nada.
Palabras.
Palabras que buscan,
en tu silencio,
simples palabras."

sábado, 20 de marzo de 2010

Hoy que no estás

Y ahora me doy cuenta de que ya no estás.
Es increíble cómo algo tan pequeño deja un vacío tan grande.
Porque no es sólo tu cuerpo lo que se añora,
sino tu risa, tus gestos, tus travesuras... tu ser.
Me sale risa tonta, cuando recuerdo tus manos,
tu pierna en alto, tus botas de gato, tu mirarme y ya saber.
Paris a veces se queda mudo, porque añora tu voz.
Y abre sus brazos por si te encuentra,
y te abraza, fuertemente, para que nunca te escapes.
Pero, como bien sabes, no es el hecho de marcharte,
sino el echarte de menos cada instante,
lo que hace que te nombre, y me calle.


~Un amigo es una mano que siempre sostiene la tuya, estés donde estés, sin que importe la cercanía o la distancia~

Porque sostener mi mano fue lo más especial que pudieste hacer...

miércoles, 17 de marzo de 2010

Qu´importe?

Llegué al atardecer de un día de Marzo. Parecía que Paris se había disfrazado de primavera, y me impulsaba a correr, saltar, gritar, evadirme. A ir a no sé dónde, a llegar a no sé dónde, a continuar a no sé dónde. Y me encantaba la idea de no tener idea de nada. Me centraba en el hecho de "estar", el resto no importaba.
Elegí la silla más solitaria de Tuileries para sentarme. Cerca de un pequeño estanque olvidado, donde sólo dos patos se daban compañía, aunque les faltó tiempo para echar a volar... y dejarme sola, pensando. Observando. Sintiendo. Alrededor mío el mundo seguía girando: Los niños jugaban al escondite, los abuelos paseaban leyendo el periódico... todo en perfecta armonía.
Pero ahí estaba yo, sentada en mi silla, intentando descifrar los enigmas de la vida, creyendo penetrar en la mente de la gente, para poder comprender sus vagos corazones, y dándome cuenta de que más difícil era comprender el mío propio. Comprender mi propio destino, mi desatino, intentando llegar a una vaga conclusión.

Me levanté con furia y decepción. Nada tenía sentido en este mundo grotesto y egoísta. Creemos que al caminar vamos construyendo rutas y senderos y en realidad sólo construimos amplias avenidas, sí, hermosas, pero altivas, sin siquiera tocarse unas con otras. Queremos ser grandes, y nos damos cuenta de lo pequeño que es nuestro ser en este mundo de avaricia donde nada importa. Porque somos insignificantes. Como cada insignificante palabra que escribo.

martes, 16 de marzo de 2010

locura por pleonasmo

Paris te envuelve
con el recuerdo de Madrid.
Has robado su belleza
y te has disfrazado con sus luces.
De eso has sido capaz,
de brillar más que esta ciudad,
de que tu arte abra mi puerta
hacia no sé dónde
pero hondo y lejos.
Has sido capaz de quedarte mudo
y que los gusanos me comiesen por dentro
añorando un suspiro tuyo,
un roce inesperado,
un hasta luego.
Paris pretende convertirse,
dentro de poco, en madrileño,
para sentirte a su lado.
Para ser, por momentos, su dueño.
Sí, vuelvo antes de que me nombres,
para mecer entre tus manos mis pies torpes,
y mirarnos sin tener que decir nada.
Mirándonos, sintiéndonos. Eso basta.
Dime que sientes lo mismo,
y abriré mis amplias alas,
saltaré por mi ventana
para estar allí, contigo,
y tropezar nuevamente por tu camino.


Y es que estuve hablando con esa niña que, aún teniendo miedo a las alturas, le encantaba cerrar los ojos y cometer locuras.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El sueño de Medea

Medea duerme plácidamente, ocultando en sus cabellos sueños ignorados por la realidad que la rodea. Jasón la mira, la idolatra. Aparta sus rizos de la cara para contemplarla más de cerca, como quien aparta un visillo para observar un espectáculo cristalino tras la ventana. El mar de mis ojos, así la llamaría por siempre, y así le acompañaría en cada batalla. Más fuerte es la guerra al separarle de ella, y más débil se hace el corazón del guerrero. Acaricia su mejilla como si fuese el campo de batalla. Reconoce cada surco de su piel como si él mismo hubiese moldeado esa figura, desnuda, latente, día tras día. Figura con la que él sueña mientras se aleja. Es entonces cuando por fin están unidos, en esos sueños compartidos que hacen a sus almas viajeras del tiempo, y se reencuentran, y se quieren. Y se dispersan. Y quedan en vacío.

Medea despierta con un grito. Siente las sábanas pegadas al sudor de su cuerpo, haciendo de ellas un lindo vestido de raso, en su noche de bodas. Abraza las sábanas fuertemente, intentando hacer un pozo en su pecho, para tapar su corazón herido, pero con dueño. Llora y gime al mismo tiempo. Esta vez la marea alborota sus rizados cabellos, quemándolos con el fuego de su vientre, que enloquece, como volcán en erupción. Saca de la almohada un cuchillo de plata. Se refleja en él, y sonríe. Comienza a cortarse uno a uno cada matojo de su pelo, cayendo a un suelo manchado de sangre. Medea amputó sus sueños antes de dormirse, para que sus senos cayesen en un mar sin horizonte, tiñéndose en el eco de color caoba. El mar de sus ojos se evaporaría, y quedaría impregnado por la aspereza de la piedra pómez.

Tierra roja. Tierra sanguinaria. Tierra consanguinaria.

Tierra abatida donde cae Jasón, en plena lucha. Acuchillado por su enemigo. Y sin esperanza. Sin la existencia de los sueños de su amada. Sin su propia existencia.


martes, 9 de marzo de 2010

Nuevo amanecer

Esta vez cambiaste el mar por un espectáculo de nieve en mi ventana, al amanecer del día, al amanecer de un pasado casi olvidado, fugaz. Me sentí extranjera entre tus brazos, y volví a perderme en el flash de tus ojos, tímidos... intensos. Recorrí tu cuerpo como tantas veces llegué a soñar, tumbada en la arena, en tu sal, inocente.
Volví a tropezar por tu camino, en una espiral de ilusiones de la que no sé si quiero salir. Volvimos donde todo pareció quedar perdido, donde tal vez nos volvimos a encontrar demasiado pronto, o demasiado tarde... pero encontrándonos y descubriéndonos nuevamente.
Esta vez no quiero fustigar al tiempo, quiero que vuele, sin prisas, paso a paso... sin preocupaciones, siendo ese ciclón perdido en tu oleaje, en tus emociones, en todo aquello que te hace gritar, y te calla.
Quiero volver a hacerte estremecer con mi mirada azul sincera, regalarte mi sonrisa de niña traviesa, susurrarte toda mi ideología sobre la vida alocada, guerrera.
Pero siempre en bajito, como siempre. Como antes.


Imagen de la artista Gloria Scharetg